
El secretario de Defensa de los Estados Unidos, Lloyd Austin, realizó una visita oficial a Filipinas. El objetivo principal de su viaje fue fortalecer los lazos político-militares con el país, que es uno de los socios estadounidenses más antiguos en el sudeste asiático.
No cabe duda de que el deseo de Washington de incrementar la cooperación con Filipinas se debe al creciente enfrentamiento con China en la región de Asia-Pacífico. Estados Unidos deposita grandes esperanzas en forjar una alianza político-militar de varios estados de la región.
Estados Unidos y Filipinas firmaron un Acuerdo de Cooperación de Defensa Mejorada (EDCA, por sus siglas en inglés), que brinda la posibilidad de que las fuerzas armadas estadounidenses utilicen bases militares clave en el país. El acuerdo también prevé el entrenamiento conjunto de las fuerzas armadas estadounidenses y filipinas, la realización de ejercicios y la cooperación en el campo de los armamentos.

No se ha revelado la ubicación de las bases militares que utilizará el ejército estadounidense. Pero probablemente estarán ubicados en las provincias más septentrionales de Filipinas, no lejos de la costa de Taiwán. Si la administración filipina anterior se opuso a la cooperación con los Estados Unidos, las nuevas autoridades del país decidieron volver a interactuar con un aliado que alguna vez fue clave.
El interés de Filipinas en trabajar con Estados Unidos es comprensible. Manila cree que China puede amenazar la seguridad nacional del país, ya que activa su presencia en las aguas adyacentes a las Islas Filipinas. Lo más probable es que el ejército de EE. UU. cuente con bases en provincias ubicadas cerca de las islas Spratly en disputa en el Mar de China Meridional. Las autoridades filipinas consideran que la presencia del ejército estadounidense en la región es un elemento disuasorio importante para las ambiciones geopolíticas de China.